La demagogia como arma política
Los mismos que antes criticaban que subiera el recibo de la luz y acusaban a las eléctricas de obtener pingues beneficios a costa de los que padecían pobreza energética, hoy permanecen callados y, por supuesto, cómplices de la misma situación que denunciaban.
Con ellos en el Gobierno, la luz ha subido un 27% en pleno temporal por la borrasca Filomena que ha dejado incomunicada a media España, aunque el presidente Sánchez no se haya enterado y haya comparecido dos días después, mientras otros presidentes y alcaldes han estado al pie del cañón, no necesariamente con pico y pala.
Estos son los que venían a acabar con la pobreza y a defender a las clases populares del feroz capitalismo, del bipartismo de las puertas giratorias y de no sé cuántas cosas más, pero que no han hecho absolutamente nada, salvo mirar para sí mismos y sus bolsillos.
Recuerdo a Pablo Iglesias micrófono en mano, arengando a una multitud contra la clase política dirigente, llamándola casta y alentando a los escraches contra los políticos, como jarabe democrático. Eran, sin duda, otros tiempos. Tiempos de reivindicación y de lucha obrera.
Hoy su mansión de Galapagar es un fortín inaccesible con vigilancia policial las 24 horas del día, con gente que ha sido detenida por portar banderas de España y manifestarse frente a su casa, algo que les incomodaba y les quitaba el sueño. Poco les importaba cuando perseguían e insultaban a dirigentes populares hasta sus casas o cuando se interrumpían y boicoteaban conferencias en la Universidad o se hacían quedadas a través de las redes sociales para rodear el Congreso. Maniobras de la extrema izquierda cuando no es de su agrado el resultado electoral ni les gusta oír lo que dicen otros.
Todo un discurso construido bajo la demagogia y la mentira, como el tiempo y los hechos han demostrado.
Todos los populismos se construyen bajo las mismas premisas. Aprovechan una coyuntura desfavorable, en este caso, la crisis económica, para erigirse en defensores de los más débiles y crear un caldo de cultivo favorable a sus intereses, que normalmente no son los del pueblo sino los suyos propios.
Pese a la pérdida de apoyo popular han buscado acomodo en un tipo sin escrúpulos como es Pedro Sánchez, que con tal de permanecer en el poder, no le importa pactar con proetarras e independentistas y entregar España al caos.
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