Pura vida
Estos días estoy en la finca con el dron filmando y fotografiando viñedos y almendros. El campo está espectacular en esta época del año. Una primavera lluviosa ha generado una frondosa vegetación. El verde intenso de las vides contrasta con el tono dorado de los campos de cereal que están a punto de cosecharse. Trigales, campos de avena y cebada dibujan desde el cielo una silueta inconfundible. No en vano esta tierra ha sido en gran medida cerealista. El término Alforins que proviene del árabe significa granero o depósito de trigo. De ahí la importancia cerealista del valle de los Alhorines.
Viniendo desde Ontinyent por la carretera del interior, el paisaje no deja indiferente a nadie. En su sinuosa carretera se entremezclan viñedos, albaricoqueros, olivos y pinos. Una sierra que se recupera poco a poco del terrible incendio del año 94 que arrasó medio término municipal. Las cenizas y el olor a desolación y muerte han dejado paso a un manto verde de esperanza y vida-
El titular que he elegido para ilustrar estas breves líneas es lo que se siente al pasear por sus campos y veredas, un paisaje y un entorno privilegiado que hacen del Valle de los Alhorines uno de los puntos más bellos para visitar de toda la geografía española.
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