Almorçaet en El Tipic

Desde hace un par de meses, con el parón del verano, voy tres días a la semana por la mañana al fisioterapeuta en Ontinyent. Me diagnosticaron una hernia discal cervical en el cuello que me provoca mareos y dolores de cabeza. En mi caso, no tiene operación posible, según me dijo el traumatólogo que me atendió en la consulta, así que el mejor tratamiento posible, al margen de los antiinflamatorios, es ir al fisioterapeuta para que te relaje los músculos. Llevo varias sesiones y ya me encuentro bastante mejor. Parece que los mareos van remitiendo poco a poco. Voy a la policlínica Amesa. Las sesiones duran más o menos treinta minutos cada una y consisten en poner calor en la zona a tratar, luego te adhieren unas ventosas en la espalda a la altura del omoplato que descarga unas corrientes que ayudan a relajar los músculos y, por último, un pequeño masaje, que a mí siempre se me hace corto. Aida que es la fisio que atiende por las mañanas, por las tardes hay otra compañera suya, aparte de ser una magnífica profesional, irradia una simpatía a raudales, como buena alcoyana que es. Este viernes es mi último día. Cuando termino me voy a almorzar al bar El Tipic, que está situado frente al hospital, donde aparte de ofrecer un menú diario, elabora unos excelentes almuerzos populares como: el blanc i negre, la tortilla con jamón y tomate, el especial de la casa; lomo, queso, beicon y cebolla o las tortillas de patata o de ajos tiernos que las prepararan en el momento, nada de recalentar en el microondas. Juanpa y Ximo saben lo que llevan entre manos. No es extraño que siempre tengan el local a rebosar de gente. Otra cosa que cuidan con esmero y estando en una zona donde se elaboran buenos vinos todavía se agradece aún más es que te lo sirven en una buena copa de cristal con la boca ancha y el cuerpo abombado. Yo me pedí un vino de la casa que es bastante económico y me lo sirvieron en una buena copa de cristal. En restaurantes de la zona este detalle se cuida bien poco y el vino te lo sirven de cualquier manera, muchas veces en el propio vaso donde te pones el agua. Un amigo mío decía que hasta el vino malo había que tomarlo en una buena copa, aunque solo fuera para engañarlo. Una buena copa, no tiene porque ser necesariamente cara, es fundamental para poder degustar un vino y encontrarle todos sus aromas y sabores.

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