Dida

Dida me ha dejado hoy, tras más de nueve años conmigo. Era también el mes de agosto cuando subíamos de Ontinyent a Fontanars cuando en la carretera encontramos una perrita que deambulada perdida. Iba dirección al puerto.En una de las fincas próximas la dejamos por si era de por alli cerca y sabía volver a casa, pero por el retrovisor vimos que nos seguía. Paré y la subí de nuevo al coche. Nunca he sabido si la abandonaron o se perdió. Lo que sí sé es que encontrarla ese día es lo mejor que me ha pasado en la vida.
Subí su foto a las redes sociales por si aparecía su dueño. También la llevé al veterinario, pero no llevaba chip. Me encariñe con ella enseguida. No era difícil. Durante estos nueve años no se ha separado ni un momento de mi lado. Ha sido una perrita cariñosa, inteligente, noble, alegre, valiente, fuerte, pero, sobre todo, lista, tremendamente lista. No era necesario decirle dos veces las cosas. Un auténtico amor. Tenía pánico a las tormentas. Cuando tronaba se subía conmigo a la cama, buscando protección. También tenía miedo a las escopetas. Sin embargo, era una excelente cazadora. Tenía que tener cuidado cada vez que cogía la escopeta porque entraba en pánico. Un día saqué el rifle de perdigones y aprovechó un descuido para escaparse de la finca. La estuve buscando por todos los caminos y por la carretera. Cuando llegué estaba en la puerta de casa esperándome, moviendo el rabito. Le encantaban las morcillas de carne que le compraba en el Charter. Cuando entraba a cenar siempre venía a la cocina y con el hocico abría la puerta. Le gustaba mucho el queso y los tropezones mojados con el gazpacho andaluz. También los helados. A Gastón, un caballo que tengo también muy veterano, le tenía un especial cariño. A veces se colaba en la cuadra subiendo por las balas de alfalfa. También se llevaba muy bien con el resto de perros que tengo en casa. Dida era una excelente nadadora. Le gustaba bañarse en la piscina y, sobre todo, cazar ranitas. Una vez se me escapó de la finca. No me percaté al cerrar la puerta de la entrada y me siguió por la carretera. Por suerte una persona de Fontanars la recogió, la dejó en la gasolinera y al tener el chip se pusieron enseguida en contacto conmigo. En la habitación tenía dos sitios preferidos para dormir. Uno era una colchoneta y el otro un sillón, pero a veces me la encontraba encima de la cama. Si tenía mucho calor prefería dormir en el suelo. Su débil corazoncito aguantó con éxito una delicada operación de matriz que hubo que extirparle por una infección. Dida ha sido capaz durante todos estos años de transmitirme mucho amor. Sabía perfectamente cuál era mi estado de ánimo y si me encontraba decaído, me animaba con su alegría. Cada perro es especial. Nunca he concebido la vida sin tener un perro a mi lado. He tenido muchos y a todos los he querido muchísimo: Rocco, Veda. Tomy, Linda, Sénia o Lola. Pero Dida ha sido muy especial para mí. Antes de sufrir el ictus entró al cuarto de baño a despedirse. Me miró con esa expresión que tenían sus ojos.En el pasillo empezaron las convulsiones. Unos días antes de que muriera la di por muerta. Empezó con fuerte convulsiones que duraron un par de minutos. Cuando se tranquilizó la dejé descansar sobre una sábana, pensando que ya poco se podía esperar. Entré a la cocina con el resto de perros para darles algo de cenar. Cuando abrí la puerta de la cocina, allí estaba ella, de pie, observándome con esa mirada tan expresiva que lo dice todo. Ha sido una perrita muy fuerte, pero hace unas semanas le detectaron un grave problema de corazón que pese a la medicación no ha podido superar. Ha dejado un vacio en mi vida y en mi corazón difícil de describir. Quiero aprovechar estas líneas para agradecer al centro veterinario Centrevet de Ontinyent que cuenta con magníficos profesionales y, especialmente, a Amara, el especial cariño que han tenido conmigo durante estos días tan difíciles.

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