Mi querido amigo
No diré su nombre para preservar su intimidad. A este buen amigo mío le han diagnosticado un cáncer con mal pronóstico porque ha derivado en metástasis de pulmón. Es consciente de que le queda poco tiempo de vida y, sin embargo, mantiene una entereza y un espíritu de lucha que son admirables. Yo no tendría la fortaleza que tiene él. Soy mucho más cobarde.
Cuando vas a una revisión médica y te comunican que padeces un cáncer, no todo el mundo sabe afrontarlo con entereza. Los médicos no ocultan a sus pacientes su enfermedad. Son tratamientos, como la quimioterapia muy complicados de sobrellevar. Mi padre que también murió de cáncer de huesos, recuerdo perfectamente la visita en el médico cuando nos dijeron que padecía un cáncer y que había que operarlo de urgencia porque tenía dañadas algunas vértebras de la columna. La esperanza de vida que los oncólogos le dieron a mi padre era de solo unos meses.
En el caso de mi amigo iba todo bien, se ha sometido a varias operaciones, pero el cáncer ha avanzado, produciendo una metástasis en el pulmón.
El otro día tuve ocasión de estar con él durante la sobremesa y me dio una lección sobre la vida que jamás olvidaré. La manera de afrontar la enfermedad, con esa valentía, no ocultando la gravedad de la enfermedad que padece, y a la vez, ser capaz de contagiarnos a todos nosotros con su alegría y sus ganas de vivir, me hizo reflexionar mucho sobre la vida y la importancia que a veces les damos a las cosas, sin ser conscientes de que la vida es demasiado corta y valiosa para no vivirla con intensidad. Prestamos atención a cosas que realmente no merecen la pena mientras el tiempo pasa muy deprisa y cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde para reaccionar.
Querido amigo eres un ejemplo a seguir y ojalá sigamos compartiendo muchas tardes de sobremesa durante muchos años.
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