El oídio acaba con la esperanza de muchos agricultores
Se confirmaron los peores augurios respecto a la cabernet sauvignon. El viernes entré la uva a la bodega. El resultado final: pocos kilos y poco grado.
El rendimiento no podía haber sido más bajo: 1.000 kilos hectárea en las cerca de 10 hectáreas que hay plantadas en la finca de esta variedad francesa.
Máquina vendimiando una parcela de cabernet en la finca La Sénia de Fontanars dels Alforins (Foto: PSG)
He repasado las producciones desde 2008, fecha en la que comencé la reestructuración del viñedo a espaldera y variedades francesas, y frente al año 2018 que obtuve el mejor resultado con 41.830 kilos, casi 4.700 kilos hectárea, la caída en la producción respecto a 2021 ha sido del 73,73%.
Lógicamente estos resultados no hacen sino acumular pérdidas porque apenas cubres los gastos de producción, que en el caso de la viña ronda los 2.000 euros hectárea.
El precio de la uva es otro hándicap, si bien este año debería ser más elevado debido a la corta producción que se prevé y al aumento de la demanda interior como consecuencia de la apertura de la restauración y a la mejora del mercado exterior con EEUU que ha suprimido los aranceles y China como principales mercados.
Para obtener una buena puntuación, la sanidad debe ser menor de 30 y el grado debe estar entre 13,41 y 15,50. La uva entró sana con un valor de 8, sin embargo, el grado dio en una primera medición en el foss, el aparato que odiamos todos los viticultores, 12,61 y en una segunda 12,72. En estos casos que solicitas volver a pinchar el caldo que hay en el remolque se obtiene la media, que en mi caso era de 12,66. Lejos de los 22 puntos, en concreto: 16,80.
El pH que mide la concentración de acidez es otro valor que se tiene en cuenta a la hora de entrar la uva. Este valor debe ser menor de 3,70. Si es superior te penalizan. En mi caso entró dentro de los parámetros normales: 3,54.
El problema que he tenido esta campaña han sido las plagas. El oídio ha afectado a todas las parcelas de cabernet, incluida la cabernet franc, que aún falta por vendimiar, pero a tenor de lo que se ve en el campo, los resultados pueden ser penosos también.
Los tratamientos fitosanitarios que he hecho a lo largo de toda la campaña, cinco en total, no han conseguido parar el hongo. Las condiciones meteorológicas, mañanas frescas con nieblas y rocío, son el mejor caldo de cultivo para el desarrollo de este hongo que puede llegar a causar pérdidas en los racimos del cien por cien.
A punto de terminar la vendimia, solo me falta por vendimiar la cabernet franc y la tintorera, solo cabe confiar en una buena liquidación en el precio de la uva. Las condiciones son óptimas para ello.
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