59 años

Este pasado jueves día 13 de enero cumplí 59 años. Tiempo más que suficiente para hacer balance de las cosas. Durante todo este tiempo ha pasado de todo. Cosas para recordar y otras que son mejor olvidarlas, aunque de todas se aprende y para bien o para mal forman parte de nuestro bagaje personal que nos acompañará durante toda nuestra vida. La verdad es que conforme voy cumpliendo años, el tiempo se me pasa más rápido. Ahora lo valoro mucho más que cuando era joven y quería cumplir 18 años para sacarme el carné de conducir. De los 18 a los 59 apenas me he dado cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo. Parece que fue ayer cuando todavía me tenía que poner de puntillas para llegar a la mirilla de la puerta de casa y ver quien estaba al otro lado. He superado mejor de lo que esperaba momentos tristísimos en mi vida, como fue la muerte de mis padres. Otros aún me están costando bastante y me provocan una profunda pena, aunque dicen que el tiempo lo cura todo. A pesar de todo he sido un privilegiado. He tenido unos padres maravillosos que siempre han estado a mi lado, apoyándome en todo lo que he hecho aunque estuviera equivocado. El tiempo les ha dado la razón en muchas cosas. Mi padre era un poco más duro conmigo, sin embargo tenía un corazón de oro. Un luchador nato e incansable, con una fuerza de voluntad envidiable y un espíritu de superación que eran un ejemplo para todos nosotros. Tras ese aspecto hosco y a veces enfurruñado se escondía una persona sensible, bondadosa y generosa. De mi madre solo puedo decir que ha sido la persona que más he querido en mi vida y que todavía hoy, no hay ni un solo día que no la eche de menos y me acuerde de ella. Mis padres han sido parte fundamental en mi vida. No escatimaron recursos para darme la mejor educación posible, aunque no he sido nunca el mejor de la clase, raro era el curso que no me quedaba alguna colgada para septiembre, pero he sido bastante responsable. En el colegio pasaba justito de curso. Tuve muy buenos profesores de los que guardo un magnífico recuerdo. Algunos me ayudaron mucho durante mi época más difícil. A pesar de los años que han pasado conservo muy buenos amigos de aquellos años del colegio. De mi infancia me quedo con el cariño de mis padres. Inolvidable la noche de Reyes en Alcoy, con mis abuelos, disfrutando de una noche única y mágica a la que mi abuelo sabía darle un toque muy especial con esa manera tan auténtica que tenía de ser y que nos dejaba a todos encandilados. Los pajes subían por la escalera al balcón, y traían regalos para todos, nos hubiéramos portado bien o mal y ese pedazo de árbol de navidad que había colocado en el recibidor de la casa, con paraguas y figuritas de chocolate que colgaban de sus ramas. ¡Cómo olvidarlo! Hoy siento una nostalgia tremenda de todos aquellos años y de todas las personas que nos han dejado. Con 59 años, las cosas se ven ahora de otra manera. Las prioridades son otras. La vida me ha demostrado lo efímero y lo insignificante que somos. El tiempo que perdemos en cosas que realmente no merecen la pena, luego no vuelve. Por eso es importante vivir cada momento de nuestra vida como si fuera el último. Vivir el presente. Esta terrible pandemia que estamos pasando y que tantos muertos ha dejado y sigue dejando en el camino debería cambiarnos a todos el chip y hacernos mejores personas, pero dudo de que esto ocurra. La vida es mucho más sencilla de lo que creemos y bastan pocas cosas para ser feliz. Muchas veces acumulamos un montón de cosas, pensando que eso nos hará más felices, cuando la verdadera felicidad está en las pequeñas cosas y en los pequeños detalles y sobre todo en las personas que te quieren. Yo me he equivocado muchas veces y he cometido muchos errores. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, en mi caso han sido algunas más y no siempre he aprendido. Vuelvo a caer con frecuencia en los mismos errores. Decía Chaplin que no había que renunciar nunca a la libertad deliciosa de equivocarse. El momento más duro de mi vida ha sido la muerte de mis padres. Primero de mi padre, tras una larga y dolorosa enfermedad que lo tuvo postrado en la cama durante años, con fuertes dolores y más tarde de mi madre, cuya muerte significó para mí mucho más que la pérdida de un ser querido porque estábamos muy unidos. De mi adolescencia conservo recuerdos que me llevan también a una época muy feliz de mi vida. Los fines de semana en el campo con las motos haciendo un poco el cabra. Los amores de juventud. Ahora empieza una nueva etapa en mi vida que espero sea muy fructífera y positiva en lo personal. Lo necesito.

Comentarios

Entradas populares